martes, 27 de julio de 2010

El ídolo de Biamón





El primer contacto que tuve con el llamado Ídolo de Biamón, fue en la visita que hice a esta aldea, el día de la fiesta recuperada de Viboli. Me llevaron hasta allí, Manolo y Lucina de Cazo.
Nos fuimos a dar una vuelta por caserío abandonado y en la esquina de una estrecha calle, enfrente de la puerta de la antigua casa conocida como "la del carpintero", se encuentra la piedra. A simple vista se parece a las piedras esquineras, que se colocaban en las calles para evitar que el roce de los carros fueran tirando la misma, pero ésta es natural.
Sorprende la sencilla ejecución de la cara tallada en la parte superior derecha, que recuerda a una mascara o tótem africano, de ojos rasgados, labios protuberantes y abiertos.
Debajo de la cara, hay tres incisiones en forma de semicírculos, de difícil comprensión y uno más en vertical, que conforma una especie de "T"; después la piedra parece llegar al suelo sin más labra, muy tupida de plantas.
En la parte superior de la citada piedra esquinera, donde se forma un plano casi horizontal, se percibe un grabado en forma de tridente, que recuerda a una representación antropomorfa esquemática. La cabeza y el cuerpo sería la incisión vertical, que sostendría a unos brazos levantados hacia arriba. Del derecho parece apreciarse unas rayas que bien podrán representar los dedos. Desde luego recuerda a otros petroglifos descritos en estelas de guerreros o a pinturas esquemáticas de cuevas del paleolítico. Habrá que profundizar en el asunto.
He de confesar que no tengo una mejor foto del grabado, pues ha sido al ampliar la imagen de la cara, cuando lo he apreciado.
En el lado izquierdo de la piedra, se encuentra una cruz patada, a modo de las que usaban como insignia los Templarios, muy corrientes en los dinteles de muchas puertas de pueblos y ciudades. Debajo de la cruz, una fecha 1976. Por último, enmarcada en una especie de escudo heráldico, tres iniciales MLR, que pertenecen al autor de la cara descrita, el carpintero que vivía enfrente D. Moisés López Rivero, que la hizo a modo de despedida, cuando dejó atrás su pueblo, Biamón.
Estos datos están corroborados por dos personas, D. José M. Marías,— el Beyusco—, residente ahora en Beleño y que cuando abandonó, en la adolescencia, su pueblo de nacimiento Biamón, no recuerda ninguna cara en esa piedra y por D. Manuel Hortal, —Lolo el cabrero—, cuñado del Sr. López autor del ídolo de Biamón.

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